Para empezar, es un símbolo nacional de la cultura prehispánica ya que es la representación del Xólotl o Axólotl, quien se negó a ser sacrificado para poner en movimiento el Quinto Sol. Escapó de sus hermanos y se convirtió primero en planta de maíz, luego en un maguey, y finalmente, en un ajolote.
En México dos especies de ajolote están relacionadas con las civilizaciones más importantes del Altiplano Mexicano, la purépecha y la mexica, las cuales le han dado una connotación religiosa, medicinal y alimentaria, usos que se dieron desde tiempos prehispánicos y que han persistido en la actualidad. Su importancia dentro de la cultura mexicana viene desde los Aztecas, que, según cuentan, lo usaban como medicamento, alimento y objeto de ceremonias, más tarde fueron adoptados como mascotas.
Actualmente existen diferentes investigaciones científicas dedicadas a este singular animalito, porque es una de las especies de anfibios más estudiadas en el mundo, a nivel fisiológico y genético debido a su capacidad regenerativa, y es protagonista en libros, caricaturas, arte y hasta en emojis.
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